Aunque sobre el papel el acuerdo temporal entre Trump y China, que entra este miércoles en vigor, resulta favorable para el comercio entre ambos bandos, su herida deja abierta un profundo agujero en los puertos de la costa oeste difícil de atajar.
La tregua arancelaria de 90 días entre Estados Unidos y China apenas supone un respiro para el puerto de Los Ángeles, el de mayor actividad de América del Norte y el más damnificado por una guerra comercial sin precedentes de la que le costará recuperarse.
El impacto de los gravámenes al país asiático desarmó la actividad en el mayor puerto de EE.UU. con un desplome del 32 % y el 35 % en el tráfico de buques en las últimas dos semanas, un duro golpe a uno de los principales motores del estado de California, que no experimentaba una crisis simil