Imagina a un hombre con un altavoz frente a una escuela, gritando que arañas gigantes están secuestrando a niños del patio de recreo. No hay evidencia de ningún tipo de araña, gigante o no, no hay niños desaparecidos, ni testigos presenciales. Pero la afirmación es ruidosa, repetida y aterradora.

En cuestión de días, algunos padres exigen medidas. El hombre del altavoz declara la necesidad de implementar acciones urgentes de seguridad. Insiste en que los patios de recreo sean reforzados con concreto y malla metálica. Exige que se asignen fondos para combatir esta amenaza.

Empuja el tema como una cuña entre los padres del vecindario, creando una división polarizada entre quienes exigen la erradicación de todas las arañas gigantes y quienes piden pruebas de su existencia y una evaluación r

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