Donald Trump, que amenaza algunos de los encantos de este país con sus medidas y ambiciones, ha logrado que los vecinos del norte retomen una costumbre local: viajar a otras provincias canadienses. En las cuatro ciudades de este viaje esperan atractivos de sobra, historia, museos, gastronomía y paisajes

El gran escritor de Montreal Mordecai Richler definió Canadá por boca de su alter ego Barney Panofsky, tan odioso y tan tierno, como “un país de locos, insufriblemente rico y gober nado por idiotas, cuyos problemas, creados por ellos mismos, ofrecen un alivio cómico a los males del mundo real”. Es tentador imaginar cómo se habría tomado Richler —que también, o sobre todo, era un fenomenal polemista— los males, estos sí, reales que el tragicómico regreso a la Casa Blanca de Donald Trum

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