Alejandro Cortés González-Báez.- Desafortunadamente la política suele ser entendida, no como una búsqueda civilizada del bien común, donde se ejercita la capacidad de dialogar, escuchando, proponiendo y acordando, sino como un nefasto medio de división entre quienes tienen criterios distintos.
Cuando leemos y escuchamos los testimonios de quienes han participado tanto en conflictos internacionales como en guerras civiles, podemos descubrir que los partidarios de los diversos bandos se consideran a sí mismos como “los demócratas” y, por lo tanto, a sus enemigos como “los antidemocráticos”.
Aquí cabe una salvedad de no pequeña importancia: La democracia, por sí misma, no asegura un desempeño honrado, certero y limpio de la gestión pública, aunque sí la puede facilitar. Muchos suelen ideal