Por Carl Bildt *
Project Syndicate
Muchos se quedaron boquiabiertos cuando el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov, aterrizó en Anchorage, Alaska, para la cumbre entre Trump y Putin, luciendo una camiseta con las letras CCCP -el acrónimo cirílico de la Unión Soviética-. Obviamente, no fue algo al pasar. ¿Pero cuál es el mensaje que quería transmitir Lavrov?
Su mensaje, presumiblemente, era que la Rusia de hoy es tan grande y poderosa como lo fue la URSS, y que Vladimir Putin ha restaurado el estatus de su país como superpotencia merecedora del respeto mundial. La nostalgia de la época de la Guerra Fría -cuando la Unión Soviética y Estados Unidos eran las dos únicas superpotencias del mundo- ha consumido al Kremlin desde el desmoronamiento del imperio soviético.
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