Dice Iván García que ahora, cinco días después de que el incendio de Gestoso llegase desde Ourense a las puertas de Oencia (León), ha empezado a hablar algo. “He estado en shock”. No atina a concretar cuánto tiempo luchó contra las llamas para intentar salvar –gran parte en vano– sus colmenas de abejas y sus plantaciones de castaños. “No dormimos, no comimos…”, recuerda el treintañero, que pertenece a ese escuálido grupo de jóvenes del pueblo –tres, para ser exactos– que no se marcharon a la ciudad, sino que han hecho carrera, tan profesional como la universitaria, en el campo. La última generación de la España vaciada que ha visto cómo las llamas se han llevado por delante su sustento económico.
La agricultura o la ganadería no es, en este caso, un complemento a la paga de jubilación, c