Antes de la imprenta, la escasez definía el conocimiento: guardianes, difusión lenta y un juego de suma cero en el acceso. Internet invirtió ese guion. Ahora vivimos en la abundancia: información al alcance de la mano, pero la abundancia sin navegación se convierte en ruido. Los optimistas indefinidos celebran el acceso sin restricciones, pero demasiados datos sin contexto generan complacencia, cámaras de eco y mediocridad, no avances.

Durante siglos, entrenamos a las personas como máquinas: memorizar, regurgitar, aprobar el examen. Esa era ha terminado. En la era de la IA, la velocidad y el recuerdo se han convertido en commodities . Las máquinas son las especialistas definitivas: ingieren océanos de datos, los procesan en segundos y devuelven respuestas precisas. Lo que importa ahora

See Full Page