La salsa se engendró en las entrañas del concreto de Nueva York. Luis ‘Perico’ Ortiz la vio nacer cuando llegó a la Gran Manzana contratado por Mongo Santamaría. Más allá de la musicalidad, el idioma que tenían en común todos los músicos caribeños y latinos que se encontraron en la ciudad estadounidense era el duelo migratorio. Para Perico, ese fue el ingrediente que terminó de consolidar la salsa como género.
“Ese problema fue lo que hizo el enlace maravilloso de todas las comunidades. El lamento era el denominador común. Gente como yo y otros grandes compañeros delineamos ese lamento a través de la música y de ahí es que viene la salsa. Incluimos todos los géneros: el guaguancó, el chachachá, el son montuno, el bolero, el danzón… Y lo convertimos en un solo nombre que era muy atractivo,