El ex primer ministro italiano y expresidente del BCE, Mario Draghi, ha hecho un llamado urgente a la Unión Europea para que evite convertirse en un actor marginal en el escenario global. Durante un evento en Rimini, Italia, Draghi afirmó que este año será recordado como el momento en que la ilusión de poder geopolítico de la UE se desvaneció.
Draghi, conocido como ‘Super Mario’, es una figura influyente en Bruselas. Su Informe sobre la Competitividad de la UE ha sido clave en la agenda legislativa de 2024. Sin embargo, tanto la Comisión Europea, liderada por Ursula von der Leyen, como las capitales europeas no están dispuestas a comprometerse plenamente.
La UE enfrenta múltiples desafíos, y el columnista de El País, Andrea Rizzi, ha señalado que “las está perdiendo todas”, aunque algunas derrotas no son definitivas. Este verano, la UE sufrió una humillación comercial al tener que ceder ante Estados Unidos, firmando un acuerdo que implicaba concesiones significativas a cambio de beneficios mínimos.
Bruselas logró algunas mejoras en aranceles para automóviles, acero y aluminio, pero estas están condicionadas a una serie de demandas, incluyendo compras de energía y material militar estadounidense. La UE ha defendido que este acuerdo es el mejor que podía obtener, aunque muchos critican la estrategia de negociación de von der Leyen, que podría alentar a Trump a exigir más concesiones.
Alemania e Italia, por su dependencia de la economía estadounidense, optaron por ceder en lugar de arriesgarse a daños económicos inmediatos. Sin embargo, esta decisión podría tener repercusiones a largo plazo.
Recientemente, Trump ha reavivado las tensiones, buscando renegociar el acuerdo y presionando a la UE sobre sus normas digitales, que considera discriminatorias para las grandes tecnológicas estadounidenses. Trump ha solicitado la derogación o modificación de la Ley de Servicios Digitales de la UE y otros impuestos sobre servicios digitales.
La respuesta de la UE ha sido esquivar el tema, argumentando que es una cuestión separada del acuerdo comercial firmado. La situación plantea un dilema sobre cómo la UE debe manejar las demandas de Estados Unidos sin comprometer su autonomía en el sector tecnológico.