En una parroquia del centro de Bogotá se vivió un hecho inesperado que alteró la tranquilidad de la comunidad religiosa y obligó a la intervención de las autoridades.

En la tradición católica, el diezmo se entiende como una ofrenda voluntaria que los feligreses entregan en cada celebración religiosa. Aunque en la antigüedad se trataba de un mandato estricto dar la décima parte de los ingresos para sostener la obra de Dios, hoy se conserva como un acto de fe y solidaridad. Es un gesto simbólico pero poderoso: con esos aportes se financia el mantenimiento de los templos, se cubren gastos básicos de funcionamiento y, en muchos casos, se respaldan programas de ayuda social dirigidos a poblaciones vulnerables. Por esa razón, el dinero depositado en sobres o alcancías no solo tiene un valor

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