Con 42 años de edad y una historia de vida marcada por la constancia, la simpatía y el esfuerzo diario, Juan Carlos Rujano se ha convertido en un personaje querido por muchos usuarios del transporte público en la capital monaguense. Aunque nació en Valera, estado Trujillo, desde niño llegó a Maturín junto a su madre, y desde entonces ha hecho de esta ciudad su hogar.

‎Rujano, quien fue estudiante de Comunicación Social, lleva más de 25 años vendiendo caramelos y golosinas en las unidades de transporte, un oficio que empezó casi por casualidad y que con el tiempo se transformó en su manera de vivir.

‎“Cuando comencé me daba miedo y hasta pena, pero siempre me ha gustado trabajar. Poco a poco le agarré el gusto y ahora siento orgullo de lo que hago. No cualquiera tiene este don de convence

See Full Page