—No fue un accidente ni una tragedia, fue un asesinato masivo .
Ivanna no duda. Cuarto siglo después, la falta de justicia le resulta aborrecible.
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El 31 de agosto de 1999 la familia Ramonino —madre, hija, hijo: Rita, Ivanna, Diego— hacían lo que buena parte de los argentinos y argentinas hacían cerca de las nueve de la noche: preparaban la cena, acomodaban la mesa. Esperaban a Oscar —marido, padre— para comer en su casa de Ramos Mejía, La Matanza. De fondo, como sucedía en los 90 y en muchas casas aún sucede, la TV repasaba las noticias más destacables del día y de los que vendrían.
De pronto, algo en el sonido ambiente cambió. La cadencia cotidiana que salía del electrodoméstico ícono de la vida familiar se alteró: las voces de los conductores de noticieros y presentadores se pu