Unos científicos publicaron este mes un estudio sobre el tiburón nodriza con un color singular que fue capturado y fotografiado por pescadores deportivos el año pasado.

Fuera lo que fuese, el pez estaba dando pelea. Los pescadores habían pasado media hora intentando llevarlo a la superficie. Enganchado bajo el agua, podría tratarse de un huachinango o una serviola, pensaron, especies grandes de pesca deportiva y con mucha fuerza, conocidas por su gran capacidad de resistir.

Lo que apareció fue algo totalmente distinto.

“Se miró un resplandor naranja al fondo y digo yo: ‘¿Qué es esto, por Dios?’”, dijo Garvin Watson, de 43 años, guía de pesca deportiva y dueño de un hotel en Barra de Parismina, una pequeña localidad en la costa caribeña de Costa Rica. “Todos gritábamos como locos”.

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