Desapariciones y secuestros recientes en esta parte boscosa de la capital ponen en evidencia los problemas de seguridad y el conflicto burocrático para la búsqueda de personas desaparecidas
Un fin de semana cualquiera, el Ajusco recibe a familias o grupos de amigos que se dan cita en esta zona para comer un antojito en algún restaurante, alquilar cuatrimotos, cabalgar, hacer senderismo, ciclismo o solo para buscar una salida del ritmo de la ciudad y disfrutar de la naturaleza. Sin embargo, esta área natural protegida, de 920 hectáreas y con el punto más alto de la capital —con 3.930 metros sobre el nivel del mar—, desde hace varios años arrastra consigo una sombra. A raíz de la desaparición de la joven Ana Amelí García , de la que no se conoce su rastro desde hace más de un mes y que fu