Por Paloma Bello Escrito en OPINIÓN el 31/8/2025 · 05:00 hs Última actualización: 30/8/2025 · 20:51 hs
Debido a su compleja comunicación con el resto del mundo y su escasa producción agrícola y comercial, Reykjavik resulta una ciudad donde todo es bastante costoso, incluyendo el agua que se vende en las tiendas. Por ejemplo, un litro, desde luego en botella de vidrio retornable, cuesta tres mil coronas. Cada mil coronas equivalen a ocho dólares, saque usted sus cuentas. Pero cabe la ventaja de que, como el agua es purísima, portando termos para recargar en cualquier llave, puede uno mantenerse hidratado sin costo.
Al tercer día, abordamos el barco. Uno agradece el orden, la pulcritud, la eficiencia y las buenas maneras con que se llevan a cabo los procedimientos en aquél