La Armada de Estados Unidos se encuentra en un momento de notable transformación, con la prometiendo una remodelación de calado para su flota. Esta medida llega en un contexto de considerable tensión, donde los prolongados conflictos en Oriente Medio han puesto a prueba la capacidad operativa de sus buques. A pesar de la necesidad de esta reestructuración, los planes también contemplan una reducción del tamaño de la flota, condicionados por los topes de gasto, lo que presenta un desafío importante para su estrategia global.

Asimismo, la inestabilidad en la región de Oriente Medio se ha visto exacerbada por la persistencia de los ataques hutíes en el Mar Rojo. Estos incidentes han obligado a la Armada estadounidense a movilizar y desplegar nuevos destructores para asegurar la navegación

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