La historia de las relaciones hemisféricas nos recuerda que Estados Unidos ha intervenido militarmente en América Latina bajo la bandera de la defensa de la democracia y la seguridad regional, aunque detrás de ese discurso siempre se esconden intereses estratégicos. La invasión a Panamá en 1989 para derrocar a Manuel Antonio Noriega es un ejemplo claro de ello.
En aquel momento, Washington justificó la operación Causa Justa con tres grandes argumentos: proteger el Canal de Panamá, enfrentar a un gobernante acusado de narcotráfico y poner fin a un régimen autoritario que reprimía violentamente a la oposición. El resultado fue la captura de Noriega y el restablecimiento de un orden afín a los intereses estadounidenses. Sin embargo, también dejó una estela de muertes civiles, destrucción y u