Ocho días y Jonas Vingegaard sigue pasota, ahorrador, sin inmutarse. Deja pasar las etapas de los Pirineos, como si no quisiera dar una pedalada de más ni gastar un gramo de fuerza, pensando en Asturias, en la tercera semana. Da vidilla a los rivales. Alguno con Ciccone se veía capaz de plantar cara al doble ganador del Tour. Los del Emirates, con tres victorias consecutivas, estaban crecidos, creyendo que esa guerra de guerrillas estaba haciendo mella en el danés. Incluso Traen, el líder noruego, se encuentra cómodo, soñando con llegar al Angliru de rojo.
Y cuando menos se lo esperan todos, llega la furia de Vingegaard, que dinamita la carrera a su antojo.
Al noveno día, antes del primer día de descanso, el gran favorito se mueve. Y su ataque no es un farol. Es durísimo, para disipar du