En la vereda El Rosal, en Guaitarilla, el eco de un suceso estremeció la tranquilidad de los habitantes: Luis Benavides, un trabajador de 42 años, murió sepultado cuando una chamba inestable colapsó sobre él en plena faena. Su cuerpo quedó atrapado bajo toneladas de tierra, mientras sus compañeros, desesperados, intentaban sacarlo con palas y manos, sin éxito alguno.
Lo que parecía un accidente fortuito pronto se convirtió en una historia de intriga. Detrás de la muerte de Luis se esconden serias denuncias sobre condiciones laborales precarias. Los obreros de la obra afirman que desde hace meses venían alertando sobre la falta de un ingeniero de Seguridad y Salud en el Trabajo, la ausencia de elementos de protección personal y, lo más grave, la inexistente afiliación a una ARL que garanti