Uno quisiera sentirse orgulloso de su ciudad, como si fueran ciertos aquellos versos de Bernardo de Balbuena en la “Grandeza Mexicana”:

“…Los caballos lozanos, bravos, fieros; /soberbias casas, calles suntuosas; /Jinetes mil en mano y pies ligeros. /Ricos jaeces de libreas costosas de aljófar/, perlas, oro y pedrería, /son en sus plazas ordinarias cosas.

“Pues la destreza, gala y bizarría, /del medido jinete y su acicate, /en seda envuelto y varia plumería, /¿qué lengua habrá o pincel que le retrate/ en aquel aire y gallardía ligera, /que a Marte imita en un feroz combate?”

Posiblemente en los tiempos actuales entre el segundo piso de la IV-T, la Revolución de las Conciencias y el delirio de la Utopía, Marte no emprendería combate sino contra los agujeros, hoyancos, baches, grietas, zan

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