Se espían con el rabillo del ojo. No se pisan las mangueras. Cada cual tiene su nicho gastronómico. Ambos operan en esa babel que es el centro de Medellín. Junín les dio posada. Ninguno desea que le vaya mal a la competencia. Para todos hay. La registradora no se cansa de sonar en ambos negocios.

El Ástor y Versalles nacieron de cerebros fugados extranjeros que se quedaron en Colombia flechados por el paisaje y por vanguardias y retaguardias femeninas. Con el Astor, Suiza dijo presente, Con el Versalles, argentina, agradeció la acogida que recibieron desde siempre Gardel, Borges, Sábato, Cortázar, y decenas de poetas gauchos con los pies llamados futbolistas.

Ástor respira aristocracia desde hace 95 años. Huele a Chanel. Versalles es de dedo menos parado. Intelectuales puros e impuros lo

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