La realidad es terca en notificarnos que el hecho de salir a las calles así sea para atender alguna emergencia, nos coloca en el lugar y momento equivocados frente a la ráfaga letal que siempre asedia. Y que las instituciones y autoridades no han hecho lo suficiente, lo necesario, para salvarnos de la barbarie que a casi 365 días se vislumbra como otra adversidad a la que tenemos que acostumbrarnos en calidad de indefensos.

A los gabinetes de seguridad federal y estatal debió encendérseles las luces de alarma el fin de semana por la actividad criminal que alcanzó a una instalación de gobierno y tres hospitales, a pesar de la numerosa presencia militar, el cálculo oficial de violencia a la baja y el hartazgo de la sociedad.

Ante la cercanía de la fecha que marcará un año completo del atro

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