La ausencia de información y el desdén en la política migratoria del gobierno mexicano permite que florezca una industria dedicada a estafar, engañar y cobrar procesos de regularización a miles de personas que buscan quedarse en el país

Nadia Sanders y Wendy Selene Pérez / Conexión Migrante

Antes del amanecer, en una zona industrial con escaso alumbrado y sobre una calle encharcada, decenas de inmigrantes forman fila frente a una nueva sede de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR) en la periferia de la Ciudad de México. Algunos pagaron 10 o 20 pesos mexicanos para apartar su lugar. Otros solo se formaron con la esperanza de estar entre los primeros 200 para garantizar ser recibidos. No hay funcionarios a la vista. No hay folletos, guías o señales de cómo es el proceso.

Ya

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