Cuando los veterinarios confirmaron que Lola, una golden retriever de nueve años, tenía un cáncer en la boca que ya se había extendido hasta sus pulmones, la familia Roth recibió un pronóstico devastador : apenas unos meses de vida.
Los especialistas señalaron que no había tratamientos convencionales que pudieran ofrecerle una expectativa real de recuperación. Ante esa situación, Allison y Max, sus dueños, se prepararon para lo inevitable.
En medio de la desesperación, apareció una última alternativa: un ensayo clínico en el hospital veterinario de la Universidad de California en Davis (UC Davis), Estados Unidos. Lo que parecía solo una forma de ganar tiempo se transformó en una oportunidad inesperada.
El tratamiento experimental combinaba quimioterapia intravenosa con una terapia inmun