Estoy triste, apenado, y compungido; también apesadumbrado. Y así podría seguir. Y, ¿cuál es la razón de mi desazón? Pues que los centenares de expositores que van a llenar Salamaq se quedarán sin ver a esa figura rutilante del sanchismo, a ese gran hombre, a ese gran político, a ese gran ministro, a ese gran español, a ese gran patriota, aunque se vaya a invertir una parte de sus ahorros en una posesión-palacete en Marruecos, que responde al nombre de Luis Planas Puchades, a la sazón todavía titular de la cartera de Agricultura, Pesca y Alimentación. Tampoco podrán recibir sus caricias, su mirada atenta, o sus muestras de interés las miles de cabezas de ganado que concurrirán a esta cita ferial, que se presenta hasta arriba. Y es que don Luis ha declinado la invitación, dicho finamente, f
Planas nos castiga con el látigo de su indiferencia
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