Primero fue la reunión de Alaska con Trump, que permitió a Vladimir Putin mantener una imagen de mandatario internacional influyente, y ahora el presidente ruso está aprovechando su presencia en China, donde mañana acude al desfile militar organizado por el final de la II Guerra Mundial en la plaza de Tiananmén, para intentar combatir la idea de que está aislado internacionalmente.

Hay una orden de arresto contra él ordenada por la Corte Penal Internacional, pero eso no impide a Putin estar en Pekín y recibir ante las cámaras a mandatarios de varios países. Primero ha hablado con el presidente chino Xi Jinping , con quien ha confirmado la colaboración creciente entre ambos países que incluirá la construcción de un nuevo gasoducto para comunicarlos.

Después, Putin ha enviado un mens

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