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El 26 de febrero de 1990 , Claudia Dinorah Alcaraz recibió lo que ella describe como un regalo del cielo: su hijo Jaime , a quien durante 14 años vio crecer lleno de energía, con una sonrisa contagiosa y una pasión incansable por el deporte.
Sin embargo, el 22 de mayo del 2004 , un conductor ebrio se encargó de arrebatarle la vida, enviándolo de regreso al cielo demasiado pronto.
Jaime era un niño inquieto, deportista y lleno de proyectos: creció en Guaymas, Sonora, pero en el año 2000 la familia se mudó a Tucson, Arizona.
Ahí, sin hablar inglés , ingresó al quinto año de primaria y poco a poco aprendió el idioma mientras descubría su amor por el futbol americano .
Su talento también lo llevó a practicar basquetbol y béisbol , siempre destacado