Su muerte y el después bien podría ser letra de un tango. En 1857 sus restos fueron repatriados desde España y desde 1932, descansan en un mausoleo en Plaza Miserere. Lo curioso es que don Bernardino Rivadavia está donde nunca quiso que su osamenta descansase para toda la eternidad. Si lo había dejado bien claro a sus pocos allegados, de que no fuera enterrado ni en Buenos Aires ni en Montevideo, ciudades de las que guardaba los peores recuerdos.
Vivió el exilio en la peor amargura. Luego de su renuncia a la presidencia el 27 de junio de 1827, partió solo a Europa. Luego de residir en París, regresó en 1834, pero no pudo desembarcar porque el gobernador Juan José Viamonte se lo prohibió. En el muelle, lo esperaban su esposa y su hijo Martín; sus otros dos se habían volcado a la causa