Su madre, que estaba casada, se quedó embarazada de un vecino que era médico, una relación que no podía salir a la luz porque el incesto se penaba con la cárcel

España, 1968. El adulterio era un delito penado con la cárcel y el divorcio ni siquiera estaba reconocido. En ese contexto nació Adela, nombre supuesto. Su madre estaba casada con otro hombre y su padre era un reputado médico y vecino, que también estaba a punto de contraer matrimonio. 56 años después y gracias a las pruebas de ADN, esta mujer ha conseguido que un juez reconozca su derecho a la herencia, calculada en 500.000 euros que su progenitor biológico dejó a sus tres hijos reconocidos.

La relación entre la madre y el padre biológico de Adela se prolongó en el tiempo y en el espacio, entre las provincias de Granada, donde n

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