Durante casi veinte años, la Argentina dependió de manera constante del gas boliviano. Pero el crecimiento acelerado de Vaca Muerta transformó ese escenario y hoy la cuenca neuquina produce más del triple de lo que generan todos los yacimientos de Bolivia juntos. La diferencia marca un cambio histórico en la relación energética entre los dos países.
Los datos muestran cómo Vaca Muerta dejó de ser un proyecto incipiente para convertirse en una realidad. Mientras Bolivia atraviesa un declive productivo sin señales de recuperación, la producción de shale gas argentino se expande a paso firme. Este contraste encendió la alarma en el país vecino, que en pocos años podría pasar de exportador a importador de energía.
Hace apenas una década Bolivia lideraba con más de 60 millones de metros