La inteligencia artificial ha dejado de ser una promesa futurista para convertirse en una herramienta clínica capaz de detectar lo que los médicos no siempre alcanzan a ver, o por lo menos así lo parece, ya que en los últimos años distintos estudios científicos publicados en revistas de alto impacto han mostrado que los algoritmos pueden identificar enfermedades con mayor sensibilidad, rapidez o anticipación que la observación humana, especialmente en áreas donde la precisión y el tiempo son decisivos para salvar vidas.
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Desde la oncología hasta la neurología crítica, los avances se multiplican: sistemas entrenados con miles de imágenes médicas son capaces de descubrir tumores