Si la catástrofe se combate con libros, si son ellos un dispositivo artesanal anti-catástrofes, un antídoto a la renuncia y la deserción, una esperanza que aun y tal vez sabiéndose fracasada insiste, que no puede y no quiere hacer otra cosa, sigamos hablando de libros. Esos objetos extraños cuentan la historia humana pero además son -ellos mismos- una tecnología ancestral y sobreviviente, fabricada para la inteligencia humana, esa inteligencia hecha de cuerpo y sensibilidad, esa inteligencia que además cuenta con poderes “mágicos”: crea cuerpo y sensibilidad, porque leer hace eso.
Vengo pensando en esa palabra: inteligencia, devenida IA. Esa existencia abstracta que idolatra a lo abstracto y que ahora se vende de manera portátil, como un suplemento capaz de ahorrarnos el trabajo de pensar