A partir de este jueves, las niñas y los niños de nuestra comunidad iniciarán un nuevo curso escolar. La mayoría ya conoce bien esta etapa: reencuentros, ilusión, nervios…
Sin embargo, un año más, determinados centros escolares impondrán a su alumnado la obligación de vestir una indumentaria específica: el uniforme escolar.
En muchos de estos casos, las alumnas se verán forzadas a llevar falda –en ocasiones, de un largo reducido–, una prenda que, aunque pueda resultar perfectamente válida si es una elección personal o familiar, se convierte en un problema cuando es impuesta de manera sistemática y exclusiva a las niñas. El uso obligatorio de falda limita su movilidad, genera incomodidad y expone su intimidad durante el juego o la actividad física. Resulta evidente que, para la práctica d