Jair Bolsonaro no había imaginado una situación tan cargada de patetismo político y judicial. Debe esperar bajo arresto domiciliario y con una tobillera electrónica el dictamen del Supremo Tribunal Federal (STF) por su condición de jefe de un fallido intento de golpe de Estado. En las últimas semanas, y debido a la decisión del juez Alexandre de Moraes de impedirle intervenir en el espacio público y virtual, su capacidad de incidencia en la vida brasileña se redujo sustancialmente. Una condena agravará las limitaciones . El bolsonarismo y otras expresiones de la derecha se preparan para ese escenario, nada menos que a un año de las próximas elecciones presidenciales .

El variopinto espectro conservador se encuentra en los hechos acéfalo desde que comenzaron las complicaciones para el

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