TALLAHASSEE, Florida, EE.UU. (AP) — Carlie esperaba pasar su último año saboreando sus momentos finales en el campus flanqueado de palmeras de la Universidad de Florida Central. En cambio, se sienta sola en casa, conectándose a cursos en línea, con miedo de salir de su apartamento y correr el riesgo de ser detenida por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos.

Hace unos meses, Carlie estudiaba relaciones públicas en Orlando, imaginando que algún día trabajaría para organizaciones sin fines de lucro que ayudan a estudiantes como ella. Gracias a la matrícula estatal y becas privadas, Carlie vivía una vida con la que sólo había soñado en Haití, un país que dejó atrás a los 13 años.

Ahora, es una de los miles de estudiantes de Florida cuya educación está siendo retra

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