La debía convertirse en una fiesta del deporte. El recorrido, con salida y meta en Bilbao , estaba diseñado para mostrar lo mejor del ciclismo y, también, la pasión con la que el País Vasco vive cada llegada. Pero lo que debía ser un espectáculo deportivo terminó empañado , alteró el desenlace de la jornada y dejó abierta una herida difícil de cicatrizar en la organización de la carrera.

Una etapa marcada

Desde el inicio del día se intuía que la etapa no sería una más. Los antecedentes recientes no eran menores. En Figueres , durante la contrarreloj, activistas habían irrumpido al paso del Israel Premier Tech , el equipo israelí que desde el comienzo de la Vuelta se convirtió en blanco de la polémica. En Lumbier , unos días después, otra manifestación puso en riesgo la integrid

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