Marco Rubio vino a México a dejar claro quién manda en la mesa, aunque nos quieran vender la foto de cordialidad. Se habló de cooperación “histórica” y de una “ruta bien definida”. Palabras que, en el lenguaje diplomático, son como esas cortinas de humo que se ponen para no asfixiar al invitado con la verdad cruda.

Los mensajes subliminales fueron evidentes: México y Estados Unidos no solo comparten frontera, sino problemas. Y, según Rubio, inseparables. Traducción: Washington ve en la violencia y el narco de México una amenaza directa a su seguridad nacional. Y cuando el vecino rico siente que su seguridad está en juego, la “cooperación” significa: tú pones los muertos y yo marco la ruta.

Rubio incluso se dio el lujo de reconocer que en su propio país las armas circulan como dulces y qu

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