En un mundo donde las pinceladas y los lienzos eran dominio casi exclusivo de los hombres, una mujer emergió con el talento para vivir de su arte. Su nombre era Rosario Weiss , y su camino hacia el reconocimiento se forjó en la sombra del genio más grande de su tiempo. Aunque ser la ahijada y discípula de Francisco de Goya fue, sin duda, un factor determinante en su destino, su habilidad y destreza eran tan notables que en algún caso pudo incluso confundirse con las de su mentor.
Rosario creció en un ambiente excepcional, dentro de la emblemática Quinta del Sordo, la casa donde Goya vivía y creaba en sus años más oscuros. Hija de la ama de llaves del artista , la joven absorbía cada lección de su maestro, empezando a pintar desde pequeña. Circulaban rumores, nunca probados, de que su