Hans-Dieter Flick tenía razón a la hora de señalar a un jugador que consideraba que no tenía el nivel necesario para poder formar parte de la plantilla del Barça. Y es que uno de los primeros descartes que realizó, antes de que comenzara la pretemporada, fue el de Oriol Romeu, al cual no tenía previsto dar ninguna oportunidad. El verano anterior ya le dejó muy claro que no tenía espacio en sus planes, y la misma historia se volvió a repetir en el actual.
Le obligó a hacer las maletas, y pidió a Joan Laporta y a Deco que no tardaran en encontrar un comprador. No viajó a la gira asiática, y estuvo ejercitándose en solitario mientras se resolvía su futuro. Por desgracia, este asunto se demoró mucho más de lo esperado, y no se pudo resolver hasta la última semana de agosto, con La Liga