Por Matías Sánchez

José Antonio Kast parecía haber encontrado la fórmula para no repetir los traspiés de campañas anteriores. Sin precipitarse, dejó a Evelyn Matthei al desgaste prematuro y luego se lanzó con claridad al ruedo instalando la seguridad como las prioridades uno, dos y tres de su programa. Anunció un “gobierno de emergencia” sin distracciones, dispuesto a postergar sus banderas valóricas conservadoras para concentrarse en lo que la ciudadanía exige con urgencia: enfrentar la delincuencia, impulsar el crecimiento y asegurar el empleo. Con ese libreto, arrebató el protagonismo a la candidata de Chile Vamos y se consolidó como líder indiscutido de la derecha, con altas probabilidades de llegar a segunda vuelta y disputar la presidencia con opciones reales de triunfo.

Pero

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