La Paz, Bolivia AP —
Alcanzado por un rayo durante una fuerte tormenta hace 10 años, un antiguo pino en la capital boliviana, La Paz, sigue prosperando.
Conocido como el “árbol milagroso”, este enorme conífero ahora atrae a devotos de todo el país al cementerio público más grande de La Paz, fundado hace dos siglos sobre un terreno de entierro precolombino. Los peregrinos recorren los pasillos llevando ofrendas —monedas, flores, dulces, confesiones escritas a mano de deseos secretos— para meterlas en las grietas de la corteza.
En una tarde fría la semana pasada, en plena temporada electoral, los peregrinos se dirigieron al árbol milagroso a través de los sinuosos pasillos del cementerio, repleto de más de 200.000 tumbas, muchas de ellas de soldados condecorados y dignatarios.
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