José Altuve golpeó la pelota y, por un instante, pareció que todo volvía a ser como antes. El sonido seco del madero rebotó en las tribunas, la bola viajó rápido y se detuvo en la cerca del jardín izquierdo. Era su doblete número 22 de la temporada, un destello en medio de un septiembre difícil. Se puso de pie en segunda base, respiró hondo y miró hacia el dugout. Pero nadie celebró. No había nada que celebrar todavía.
Horas después, el estadio rugiría para otro equipo. Los Rangers dejaron a los Astros tendidos, 4-3, en una derrota que dolió más de lo que el marcador insinúa. Altuve terminó de 5-1, sin carreras impulsadas, sin la chispa que tantas veces encendió remontadas. Un batazo bueno, sí, pero insuficiente. El juego pedía más, y el juego no perdona.
José Altuve carga números que su