En los últimos años, la profesionalización de las estafas digitales ha alcanzado niveles alarmantes gracias al vertiginoso avance de las nuevas tecnologías. Lejos de los rudimentarios correos electrónicos mal redactados que solían delatar a los estafadores, hoy en día los ciberdelincuentes operan con una precisión casi corporativa. Utilizan técnicas sofisticadas como el phishing personalizado, la suplantación de identidad mediante inteligencia artificial y la clonación de páginas web oficiales que engañan incluso a usuarios experimentados. Estos fraudes no solo son más convincentes sino también más difíciles de rastrear debido al uso de redes privadas virtuales y direcciones IP falsas que les permiten operar desde cualquier parte del mundo sin ser detectados.
Gran parte del éxito de est