Sestear, trabajar, leer, jugar o simplemente hidratarse . En un verano anómalamente caluroso, los bilbainos han buscado refugio donde han podido. Frente al calor sofocante de las calles y plazas, algunos espacios han ofrecido un alivio inesperado: los refugios climáticos . Y entre ellos, uno especialmente singular: la iglesia de San Nicolás , en pleno Casco Viejo .
Con sus gruesos muros de piedra y su arquitectura barroca, la iglesia ha funcionado este verano como un verdadero oasis térmico . No es para menos: las piedras pueden llegar a reducir hasta 12 grados la temperatura interior respecto al exterior. "Ha venido mucha gente en general, y más los días de calor. Estamos abiertos de 10.30 a 13.00 y de 17.30 a 19.00", comenta Agustín, que ha visto cómo el templo se llenaba de