Ni el caluroso verano los adormeció, ni la catástrofe ecológica de los terribles incendios en el noroeste de la Península Ibérica los conmovió. El uno de septiembre, lunes, la política española volvió a la greña y terminó la primera semana con una tensa ceremonia de inauguración del Año Judicial, a la que plantó el líder de la oposición, Núñez Feijóo. De este modo, la discrepancia ya está instalada en los tres poderes

-ejecutivo, legislativo y judicial- lo que confirma una crisis institucional de gran calado. Ni rastro de diálogo; cero voluntad de entendimiento.

Traducida esa situación al lenguaje chusco, popular, recuerda al chiste que oíamos contar a vascos, riéndose de ellos mismos: “Pero, Patxi, ¿por qué hemos de discutir esto, con lo fácil que es arreglarlo a hostias?”. Esa es la ac

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