Ahora lo que toca es ir a golpe de evento geopolítico, climático o social. Cada semana tenemos un “must” narrativo que se difunde como si fuera espontáneo, pero que en realidad responde a campañas masivas , internacionales y muy bien diseñadas.
En La Isleta, barrio grancanario de fuerte identidad marinera, lo local se convirtió en etiqueta global, instrumentalizada en debates que nada tenían que ver con su historia. Lo mismo con “la flotilla”, presentada como un gesto de solidaridad, pero enmarcada en un escenario mediático calculado . Cada hashtag, cada directo, cada pancarta digital está calibrada para activar emociones: indignación, solidaridad, urgencia. Y funcionan, porque mueven agendas.
Esto no es nuevo. Desde OnbrandinG llevamos casi dos décadas analizando cómo movimientos qu