¿Cómo es que un grupo de funcionarios del Hospital Base de Osorno termina torturando a un compañero de trabajo? ¿Es que nadie sabía lo que ahí estaba pasando? ¿Cómo es que las instalaciones de un sanatorio llegan a usarse como mazmorras clandestinas durante un tiempo suficiente para dañar de por vida a otro ser humano?

Y, nuevamente, ¿cómo es que nadie en todo ese hospital no sabía nada? Justamente porque no es así. Muchos lo supieron y callaron, fueron cómplices de esta humillación y maltrato horrendos. Y cuando lo supieron, adivinen qué; claro que sí, más sumarios interminables, atorados por el poder de turno, atochando carpetas de esos y otros vejámenes, de esos y otros abusos, que se suceden en oficinas públicas en todo el país. Y también en Aysén, gobierno tras gobierno.

Entre las t

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