Durante años, la frase «a Medellín solo le falta mar» ha resonado en la cultura paisa, evocando la idea de que un destino de playa sería el toque final para hacer de la ciudad un paraíso turístico. De hecho, la Alcaldía capitalizó esta idea, anunciando con gran bombo y platillo que la ciudad tendría su propio «mar». La iniciativa, sin embargo, genera un debate crucial: ¿Está Medellín enfocando sus esfuerzos en lo que realmente necesita?
El reciente anuncio sobre la construcción de una piscina de olas y una playa artificial en el Complejo Juan Pablo II, bajo el nombre de «Gran Parque Medellín», generó un revuelo mediático. Más allá de la estrategia política o la forma de vender la idea, el proyecto se ha desviado la atención del verdadero problema que enfrenta la ciudad: la crítica escasez