Andry Hernández, un maquillador venezolano de 32 años, dejó su país para cruzar la selva del Darién y reencontrarse con su pareja en Estados Unidos, pero en lugar de cumplir su sueño terminó encerrado en la megacárcel de Nayib Bukele en El Salvador.

Fue acusado sin pruebas de tener vínculos con pandillas y, tras cuatro meses de abusos, fue liberado en julio y regresó a su pueblo natal en Táchira.

Un viaje marcado por el amor y la persecución

El joven salió de Venezuela en 2024 con la esperanza de dejar atrás la homofobia y construir una vida junto a Paul Díaz, un psicólogo estadounidense con quien planeaba casarse en Filadelfia. Cruzó el Darién, llegó a la frontera y pidió asilo a través de la aplicación CBP One , pero sus tatuajes de coronas bastaron para que los servicios de

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