La mañana del 8 de septiembre, un autobús de pasajeros fue arrollado por un tren en el cruce de la carretera Atlacomulco–Maravatío. El resultado: 10 personas muertas y 55 heridas. La unidad, de la línea Herradura de Plata, había salido de San Felipe del Progreso rumbo a la Ciudad de México. El impacto ocurrió en un paso ferroviario sin barreras automáticas, sin semáforos, sin protección activa. Y, sin embargo, era un cruce perfectamente conocido por autoridades, empresa y operadores.
Nada de lo ocurrido ese día fue imprevisible. Los riesgos estaban mapeados. El cruce existe desde hace años, los horarios del tren son conocidos, el diseño vial es insuficiente y, según testimonios de quienes lo presenciaron y el video que circula en redes, el operador intentó avanzar entre el tráfico cuando